martes, 13 de diciembre de 2011

A CRACK INTO THE DREAM AT 10/11:

Esta es la patada en los testículos y ovarios para toda la gente indie de la escena. Nunca lo soñaste, nunca los imaginaste; te uniste a una página de Facebook para que sepan que te gustaban las cosas raras pero nunca tomaste en cuenta el movimiento que se estaba gestando.




Cuando escuché hace 15 años Teen Age Riot pensé que los padrinos mágicos de Cobain eran una banda a seguir, luego, con el transcurso de los discos comprendí que eran leyenda y modelo de varias bandas alternativas…de pronto aparecieron a las 10:00 pm ante un público seguro de estar viendo a su "Señor de los Milagros", sus fieles devotos solo querían que la vorágine inicie. La elíptica "Tom Violence" sonaba en espiral gracias a las singulares baquetas de Steve Shelley; no era un inicio ágil pero era conmovedor. Sonaba mejor que aquel disco Evol (1986), que yo escuchaba con miedo porque me parecía había sido compuesto para un asesino en serie. "Tom Violence" era un sueño desprendiéndose de cientos de personas. 
La banda no quiso decepcionarnos y entonaron "Schizophrenia": Sister (1987), la multitud respondió con un pogo que la misma Kim detuvo para tranquilizarlos y anunciar que iban de nuevo pero con precaución. Me pareció correcto, amateur, romanticón… la gente supo comprender y arremeter con furia responsable. Si el término no existe, esos mil peruanos lo inventaron. 




Como tercer acto resonó un tema nuevo pero de lo más energizante: "Sacred Trickster" “...I want you to levitate me, don’t you love me yet...”, canción que la gente esperaba como inicio del concierto como pasó en Montevideo y Buenos Aires. Nos mostraba a una Gordon personificando a la Debbie Harry más punkie. Acto seguido, y como en toda la gira, vivimos "Calming The Snake", también de: The Eternal (2009); con los primeros coros de la gente "...ohh... ohh... ohh... ohh... oohhh..."




Otra sorpresa fue la inclusión de la veloz "Mote": Goo (1990) con Renaldo en voz. Para los nóveles, olvidable; para los fans debe haber sido un orgasmo total al igual que para la banda que representaba en escena, el noise en su estado más puro, sin alteraciones, la pura purita apta para vuestro consumo. 

Se retornaba a la calma y el sentido pop con Kim Gordon en voz hipnotizándonos “...Come on down to the store, you can buy some more, and more, and more...”; "The Sprawl": Daydream Nation", (1988) se dejaba sentir con un Thurston Moore que perdía el control de escena y se retiraba bastante fastidiado con su retorno y guitarra. 
A continuación vino la nota curiosa, mientras la gente seguía confundida por la ausencia de Moore, su futura ex esposa (Kim) tomó las riendas nuevamente y mientras disponían las mejoras, cogió el micro y cedió la palabra. Los avispos muchachos de adelante, que lástima!, que vergüenza ajena sentí cuando estos muchachos, presa de los nervios, solo atinaron a realizar preguntas sacadas de una tarea de ciencias históricas sociales y en un ingles de lo más pobre. El menos nervioso atinó a preguntar: “What’s the next song" (¿?) irrumpiendo un aún malhumorado Thurston quien con el demonio dentro ultrajó a su guitarra como lo hizo en el estudio mientras grababa "Starfield Road", uno de mis temas favoritos, del Experimental Jet Set, Trash and No star del 94. Salió redonda, alternativa como ella sola. A mitad de concierto yo estaba más que complacido. 

Luego algo sucio del "Sister""Stereo Sanctity" no daba tiempo para el descanso y proponía el camino para que Mark Ibold, aquel emblemático bajista de Pavement, enrumbe hacia "What We Know", super correcta y con Renaldo supremo “...bound together heart and soul, that’s what we know about us...”

El último rush antes del encore fue con: "Sugar Kane": Dirty, (1992) que la gente gritó al mango. La nación alternativa proclamaba su independencia hasta el fin de los días “...And I know there's something down there, sugar soul...”, le bajaron merecidamente el ritmo con "Brave Men Run" y "Death Valley 69": Bad Moon Rising, (1985). Entre wiros, “Hit it” y gente que no se creía lo que estaba viviendo, me dio tiempo para pensar en fanáticos primitivos masturbándose en casa sin poder imaginar que algún día podrían corear estos 2 temas.



La banda desapareció del escenario pero volvió más complaciente y dirty que nunca, “...I love you, i love you, i love you, What’s your name...” rezaba "Drunken Butterfly". El público femenino adoraba el coro, cerrando asi Moore el primer encore con "100%" un super hit de los 90’s (con video de Spike Jonze incluído). La cantó con colaboración de todos, como si se tratase de un frontman experimentado, aunque sin descuidar el instrumento que lo ha convertido en uno de los 50 guitarristas contemporáneos más influyentes del rock.



El cierre perfecto fue "Teen Age Riot" que me sonaba tan icónica como "Schizophrenia". 
La gente se entregó ante sus ídolos, ante los gestores de lo imposible, ante lo que nosotros entendíamos por noise, ante inagotables experiencias musicales en Galerías Brasil, Polvos Azules y Jr. Quilca. Looking for a ride to your secret location.


PRETÉRITO PLUSCUAMPERFCTO

viernes, 5 de agosto de 2011

AMY WINEHOUSE: ¿DISCO DESECHABLE?... SI

A finales del año 2008 e inicios del 2009 Amy Winehouse pasaba sus vacaciones en la isla caribeña de Santa Lucía, se lo relacionaba con el ex jugador de rugby Joshua Bowman y parecía haber dejado las drogas (aparecía mucho mas sana y menos escualida) y a Blake Fielder-Civil, su marido. Según Island Records, su estancia le serviría para componer canciones para su tercer disco y superar sus problemas con el alcohol y las drogas.



Finalmente en la disquera desecharon TODAS las canciones que les presentó. ¿Las razones de la disquera? “Que las letras eran demasiado oscuras y deprimentes”, “Que se centraban demasiado en su relación con su esposo” y porque “Exudaban demasiada influencia Reggae” sin ese sonido “Vintage Soul” que convirtió a “Back to Black” en un éxito de ventas de mas de 11 millones de placas que la alejaba de lo que la disquera esperaba.


Todo el 2010 creció el rumor del lanzamiento del tercer disco de Amy y se incrementaban sus presentaciones fallidas, canceladas o interrumpidas abrúptamente por sus excesos. El disco que nadie confirmaba haber oido, y del que hasta se llegó a barajar como fecha de lanzamiento entre diciembre del 2010 y enero del 2011 no apareció.


Esta vez y tras la muerte de la malograda Amy, crecerán sus fans, la gente comentará que la siguió desde “Frank” su disco debut y esperarán con ansias su tercer disco asi como las recopilaciones de rarezas, conciertos y demos. Island Records ha empezado a hacer números y parece inminente el lanzamiento de lo que, en un principio, consideraron un mal disco pero que ahora, con su muerte, es uno de los discos mas esperados del año.


Todos esperamos con ansias este trabajo. Veremos si está a la altura de la diva del soul o si se tratará de un disco inacabado y con exceso de maquillaje para hacerlo publicable y que se volverá desechable con el tiempo.



ACTUALIZACION: Ya salió el disco póstumo de Amy...y solo se han editado (en un solo paquete), versiones desechadas, alternas, duos y outtakes de sus dos trabajos anteriores. ¿Será que no existen registros aceptables del trabajo que venia realizando?

PRB


viernes, 24 de junio de 2011

05 GRANDES DEBUTS DE LOS 90'S

Los críticos indican que apuntando bien, conociendo el mercado, algo de talento y con algo de suerte una banda puede tener un gran debut musical (que no es lo mismo a mantenerlo en trabajos posteriores) porque se tiene todo el tiempo del mundo para presentar tu primer disco.  Esto, claro está, es la opinión de quienes "critican la música" pero no la hacen.

Para muchas bandas su primer disco puede resultar un disco aceptable, al que se le perdonan sus muchas imperfecciones por ser su “primera vez” y se refieren, luego de algo de éxito, como su disco inmaduro o que “faltó pulir” y, si han tenido el éxito de forma inesperada, dirán que el segundo trabajo será mucho mejor.

Para otras, ha significado que este éxito inmediato no se repita, traiga problemas con la disquera, frustración por la exigencia de los “fans”, giros de timón a formulas mas o menos repetitivas de lo “exitoso” del primer disco o cambios radicales que no dejaron buen sabor de boca en sus seguidores por ser demasiado extrañas o simplemente, desaparecen sin pena ni gloria de la escena musical al tener mucho dinero para producir su segundo disco pero ninguna buena canción escrita.

En esta oportunidad se escogió la década de los noventa porque (para nosotros) en esos años nuestros oídos ya sabían con que deleitarse . Salud a la nostalgia para que mantenga frescos en el recuerdo a tan inolvidables buenos tiempos.

Los siguientes discos sin orden de mérito y rebuscados en las dunas de la memoria son a nuestro parecer 5 experiencias de un buen debut musical:

1.- “Copper Blue” -Sugar (Creation, 1992). Después de subirle de más a los decibeles con Hüsker Dü, Bob Mould se encontró a sí mismo con este álbum. Claro que tuvo la ayuda de David Barbe (bajo) y Malcolm Travis (batero). Copper Blue fue un disco pleno, fuerte, distintivamente melódico y super caleta. Mould dedicó dos temas “Hoover Dam” y “If I Change My Mind” a George Martin y a The Beatles. Si no lo oíste trata de buscarlo y, sí ya lo habías escuchado, sonreirás y nos darás la razón.

2. - “Core” –Stone Temple Pilots (Atlantic, 1992).Si la receta para una banda exitosa es una sólida base rítmica, un guitarrista con técnica y todoterreno (De Leo) y un cantante problemático (Scott Weiland), los Stone Temple Pilots la hicieron a la primera.


Este disco apareció con el sonido “grunge” y que, al oirlo al refilón, sonaba a un remedo de Pearl Jam pero cnetía algunas joyitas: “Sex Type Thing”, “Piece of Pie”y “Crackerman”. Ni darle vuelta, buen debut y uno de los mejores discos de los 90’s.




3. - “Grace” –Jeff Buckley (Columbia, 1994). Los imitadores de Jeffrey llegarían tal vez a lo mínimo de hacer una mímica de esa voz de ángel. Buckley era ecléctico, hizo un delicioso cóctel de Led Zeppelin, Al Di Meola y The Smiths, zurciendo momentos de una belleza apócrifa: “So Real”, “Eternal Life” y “Corpus Christy Carol”.


“Sé que lo puedo hacer mejor” dicen que dijo el buen Jeff, pero el destino no lo dejó.

 4. - “Definitely Maybe” –Oasis (Creation, 1994).


Antes que decepcionen a muchos con su tercer trabajo, Oasis fue, por un tiempo, la banda más alucinante salida de Inglaterra. Como no serlo con clásicos como “Supersonic”, “Cigarettes &Alcohol” y la soberbia “Live Forever” incluidos en su insuperable (por ellso mismos) primer disco.


Luego la arrogancia los hizo estallar y la banda se desbordó en pleno, pero en su debut los Gallagher fueron adorables…







 

5.- “Ten” –Pearl Jam (Epic, 1991). Este es el álbum que comercialmente definió al sonido "grunge". “Ten” es el favorito de muchos fanáticos de Pearl Jam. Ampuloso y muy bien enfocado, es un multiventas que destila convicción y honestidad. Pura nostalgia de camisas de franela y botines industriales: “Alive”, “Even Flow” y “Jeremy” son parte de este impresindible disco.




¿Recuerdas algun otro debut que podamos reseñar?. Anímate, compartelo con todos.





viernes, 27 de mayo de 2011

UN CUENTO..... EL CUADERNO

Cuando cumplí 35 anos viajé a las montanas del sur, fui a un pueblito de cuento entre Alemania y Austria famoso por estar a los pies del pico más elevado del país, por sus conventos antiguos y silenciosos, por sus bosques encantadores, perfectos para caminar, por sus pistas de nieve por las que los despreocupados turístas se deslizan a velocidades impensables, y por sus sótanos oscuros y fríos en los que reposa la cerveza. Ni bien bajé del tren empecé a sentirme a gusto en medio del aire florido de aquel recodo de la vieja europa en el que la modernidad era apenas una sombra casi imperceptible.


K. que ya llevaba trabajando en la clínica local algunos meses había alquilado una cabaña en un paraje bastante alejado de la población, a medio camino hacia una cresta rocosa, en la zona menos visitada de aquellas inmensidades nevadas. Apenas cumplimos con los menesteres indispensables de la logistica nos pusimos en camino hacia el pedazo de paraíso que habiamos arrendado por tres días. El ascenso fue fascinante, los colores del entorno me produjeron cierta embriagues, variaban repentinamente del sobrio tono pastel al brillo glamoroso, se transfiguraban en formas caprichosas, los aromas de la vegetación actuaban sobre mí como balsámos, el aire frío energizante, en fin...podría pasarme un buen rato describiendo sensaciones profundas y maravillosas que me envolvieron durante aquellas cuatro horas de camino, pero quiero llegar al punto en el que empieza la singularidad de aquel cumpleaños.


En una de las curvas del camino divisamos un desvio que por alguna razón hallamos interesante y como casi siempre que la curiosidad se enciende decidimos echarle un vistazo. ¿Qué era lo interesante? Ahora no sabría explicarlo con precisión, posiblemente el pequeño lago de aguas turquesa que dormía a la vera del sendero o quizá el colorido impresionista de las abundantes florecillas silvestres de aquel tramo.


Después de remojar los pies un rato en el acogedor laguito, viendo que nos faltaba poco trecho hasta la cabaña y nos sobraba día, decidimos dejar las mochilas ocultas entre los arbustos y hacer una pequeña caminata por el lugar. Al cabo de un tiempo indefinido fuimos a dar a una inesperada casa de labranza rodeada de parterres y macizos florales. Un edificio simple y sólido en medio de un establo amplio y un granero umbrio, levantados y techados todos a la usanza bávara con aquellos gruesos listones de madera que sostienen a la vez que decoran las paredes. Desprevenidos nos asomamos a la casa principal sin reflexionar que el reloj marcaba la hora del almuerzo y que en aquella comarca de gentes reservadas aparecer a esas horas es una falta de tacto inadmisible. Por una de las ventanas alcancé a ver fugazmente lo que ví sin ser visto y también a comprender la poco diplomática situación de nuestra presencia. A la mesa de madera sin desbastar estaba sentada una familia. El hombre de gruesos bigotes de puntas enroscadas cortaba lonchas de pan negro con un cuchillo de caza, sus cabellos blancos y largos peinados hacia atrás le daban el aspecto de estar extremadamente concentrado, vestía una camisa blanca de corte medieval cruzada por tirantes de cuero que le sujetaban el pantalón también de piel. Su mujer trajeada como las montañesas, enfundada en un corsé negro de enrevesados motivos silvestres, con el cabello sujeto en un moño que remataba un pájaro de metal servía sopa usando un cucharón de madera, sin levantar los ojos de la sopera plateada. Los niños rubios, casi transparentes, me hicieron pensar en Hansel y Gretell, comían con la mirada clavada en el plato. Una rara penumbra impregnaba aquella estampa del siglo XIX que nos había sido regalada. Empleo el adjetivo raro porque afuera el sol ardía alegremente en una claridad cegadora, pero al observar dentro de la estancia la impresión desconsolada de que había empezado a llover y que lo que miraba lo miraba como a través de cristales empañados por la lluvia era de una certeza sobrecogedora.


Sin hacer ruido nos alejamos de allí poseídos por la sensación de haber irrumpido en un espacio en el que de ninguna manera eramos bienvenidos, lo que nos dejó una espina de pena clavada en el corazón. Aquella lamentable sensación se fue desintegrando mientras más nos alejabamos de la casa. Al volver casi sin cruzar palabras recogimos nuestros pertrechos y retomamos el sendero, volviendo a sentirnos, por decirlo de algún modo, queridos y aceptados por la naturaleza que nos rodeaba.


La cabaña resultó acogedora, perfecta para las noches frías, pues tenía una chimenea como en las acuarelas románticas, la madera para alimentarla estaba cortada y apilada en el porche, en donde también había dos poltronas. La vista desde el lugar era inmejorable, majestuosa. Antes de dedicarnos al disfrute ocioso de la naturaleza de los valles alpinos nos pusimos a la tarea de preparar la primera comida caliente del día.





 Después de cenar y servir varias copas de tinto sureño, pensamos asistir a la desaparición del sol entre las cumbres desde la comodidad de las poltronas. Fuí a la búsqueda de una chaqueta que había dejado en uno de los cajones del ropero, con la idea fija de que al volver debíamos recapitular la rara escena de la familia. Fue allí que me dí cuenta, que justo debajo de la chaqueta había un pequeño cuaderno de espiral, de los que usan los estudiantes, pero con las tapas duras y con un horrible fauno sonriente grabado en ambas. Su presencia me erizó el alma como una gota helada resbalándome por la espalda por la sencilla razón de que no había nada allí cuando deposité mis cosas. Le pregunté a K. si ella sabía algo de aquel inesperado cuaderno. Su respuesta fue: No, posiblemente es tuyo, estaba envuelto en la chaqueta y no te fijaste al desempacar. No insistí en el asunto, azaeteado por la duda de que fuese mio, así que me sumí en la lectura del hallazgo mientras bebiamos la segunda botella.


Lo que recuerdo haber leido es ahora bastante incierto a tal punto de que ya no estoy más seguro de si lo leí, lo soñé o me lo imaginé en medio de aquel torrente de vino en el que apagamos los rescoldos de la tristeza que la visión del almuerzo nos había dejado. K. afirma que yo estaba leyendo algo, pero que no me prestó mayor atención obsesionada como estaba con la impresión tétrica de los montañeses y atrapada por la fascinanción imponente del ocaso. Ella creyó que se trataba de uno de mis tantos libros de notas. Aunque no podría afirmarlo, me dijo, que fuese un cuaderno de espiral.


A la manana siguiente recobré la conciencia tibiamente envuelto por las gruesas mantas de viaje y mi primer pensamiento voló hacia el cuaderno. Tanteé a mí alrededor como un ciego en las sombras y no lo hallé. Poniéndome de pie con un salto me puse a revolver las cosas. Después de desayunar volví a buscarlo sin mejores resultados, persistí tanto en encontrarlo que K. se decidió a ayudarme. Lo buscamos por todos lados, en todos inutilmente, fuimos hasta los lindes del bosque guiados por la idea de que quizá lo hubiese arrojado, aunque ella no tenía memoria de que lo haya hecho o que me haya alejado siquiera del porche.


Podría ser que lo que K. supuso inicialmente sea lo correcto, yo lo escibí hace años, lo olvidé en la chaqueta que no uso a menudo y repentinamente lo recobré sin más recuerdo de él. Eso sería lo más lógico, pero cómo explicarnos su desaparición. Sería posible creer que lo lancé a las llamas o entre los arbustos, al fin, lo dí por perdido.





Traté infructuosamente de reconstruir el texto durante el día, a pesar de saber que mi empeño estaba arruinando una esplendida mañana para caminar. Sorpresivamente la racha de recuerdos como flashazos de fotografía que me devolvieron retazos de lo leído desde la orilla del olvido, llegó antes que el desaliento. Y como si una misteriosa y conciente fuerza dispusiera del azar, al levantar unas mantas hallé tres hojas sueltas que vinieron a dar forma definitiva a mis recuerdos. Apartir de esos fragmentos deslucidos recompuse casi todo el texto de un tirón a la hora en que la noche empezaba ha precipitarse desde los abismos celestes. Casi lo he logrado y ya empiezo a comprender, pensé...


09.12.2000


He despertado varias veces durante la noche como si un pulso biológico me advirtiese de algo nefasto tal como les sucede a los animales acosados. Por qué tiene que ser así y no de otro modo, me pregunto incansablemente, y cada vez me oigo decir lo mismo: No lo sé. El azar es inevitable cuando nos acoge bajo su ala negra.


¿Porqué se han vuelto lentas las horas? Porqué estas y no otras horas ignoradas?... Todas mis preguntas parecen, son, realmente absurdas... la realidad es en este instante imposible, única, hecha de pedazos rotos de melancolía, por que sé mi destino final. En el mejor de los casos iré a parar en la red de la muerte lenta de cada día envuelto en la mortaja de la locura. Eso me es preferido a la súbita y cercana desaparición. Me sorprende pensar de esta forma.


Los envios que he recibido, la mayoría por correo, están en el ropero de la cabaña, están allí como esperando algo. Hay uno especial que estuve buscando pero no ha llegado aún. Aunque sea trivial, considerando que ya podría estar pudriendome bajo tierra al cabo de una agonía indecible, ese paquete, que contiene un cuaderno, es la razón principal de haber venido hasta aquí, es la evidencia.


La curiosidad siempre me ha doblegado. Así me enteré hace una semana que vivo mis postrimerias. Fue la tarde cálida del festival de jazz en Lion. Al final del concierto inagural me perdí por las calles enredadas de la ciudad antigua. La primavera me había aturdido con sus vapores florales que nunca he soportado bien, y al paso de casí una hora entré y salí de la consulta de una gitana vieja y arrugada, en un vecindario que se caía a pedazos, donde me echaron en las cartas la evidencia de mi pronta extinción. Tengo miedo.


10.12.2000


Afuera la nieve cae sin pausa, cubre casi todo lo que aún no ha sido envuelto por la niebla que como una nata densa esconde las montañas y sus cumbres de hielo. Seguramente a esta hora nadie transita por las calles de la aldea y las campanas que las vacas llevan sujetas al pescuezo suenan leves en el calor de los establos. Lo único que se oye tras los cristales de nuestra cabaña es el rugido del viento y el crepitar del fuego. Resulta que hemos venido hasta este alejado paraje de los alpes por precaución mía, precaución que he mantenido en secreto, y porque a mi mujer, que no cree en presagios, le fascinan las montañas.






11.12.2000


He oido un aullido en las cercanías. Inmediatamente se lo he comuicado a D. argumentando que afuera había posiblemente un perro, un perro grande y hambriento. Ella abrió una de las ventanas espantandome por tan enorme descuido. D. Respondió que era para percibir mejor lo que yo creía haber escuchado, a continuación cerró los ojos quedandose como ausente, pero no ocurrió nada. Al cabo de unos minutos ví que sonreía. Entonces conjeturó, predeciblemente, que tal vez habría sido el viento.


Nos sentamos a la mesa del desayuno y empezamos a hablar, sin quererlo, sobre nuestro encuentro con aquella extrana familia de los bosques. Finalmente decidimos hacer una excursión en sentido contrario al camino que conduce a la horrible casa de esa familia de espectros, pero nuestra conversación sobre los planes del día quedó flotando en el aire cuando el aullido o más bien el rugido, penetró otra vez en el cuarto como un zarpazo. Esta vez los dos quedamos paralizados. Amenazados.


D. se precipitó a cerrar los póstigos y yo puse la enorme y rústica tranca en la puerta. Podría ser un lobo, dijo mientras intentaba llamar al guardabosque. El móvil permaneció en silencio, hasta ahora no da señales de vida.


12.12.2000


Nos hemos armado con los cuchillos más grandes que encontramos en la cocina. Este cumpleaños es un mal sueño del que quiero salir. Aislados en los alpes, cegados por una tormenta de nieve y acechados por una bestia peligrosa, no puedo creer que sea real. No quiero creer que me ocurra a mí.


El cuaderno que buscaba no creo que llegue, ya no importa. Ahora lo que importa es que el miedo nos ha poseido. El día se ha hecho de noche en un abrir y cerrar de ojos, una oscuridad violacea, sin estrellas como si en el horizonte se levantasen fuegos agónicos, se expande...quiza sea esa la señal de ficción que nos falta para despertar, sin embargo no despertamos. Las ráfagas de viento empezan de pronto a golpear las paredes cada vez con mayor volencia...

Esa noche desperté bañado en sudor creyendo haber oido o soñado que oía un gruñido animalesco. Al volverme K. dormía inocente de todo lo que aquí he relatado. Me puse en pie sigilosamente y coloqué la pesada tranca sobre la puerta. Eché un vistazo por la ventana y me pareció que afuera algo se movía en los arbustos, quizá solo el viento. La luna sembraba de formas pálidas la noche con sus rayos plateados, la atmósfera era fantasmal. Movido por el temor a ver algo que resquebrajasé mi razón baje los ojos y fue así que al pie de la balaustrada alcance a distinguir la silueta del cuaderno con el fauno sonriente. No abrí la puerta para recuperarlo, no me atreví. Al día siguiente cuando K. me obligó a salir ya no estaba más allí. Las hojas también habían desaparecido.

Reno Reys

miércoles, 20 de abril de 2011

UN EXTRAÑO CASO DE MELOMANIA

El buen Paul Mawhinney nació en Pittsburgh (EE UU) hace poco más de 71 años y arrastra desde hace dos una ceguera total causada por la diabetes.

¿Y? ¿Qué hay con eso? Tranquilos. Después de leer lo siguiente se quedaran en estado semi-catártico:


“Cuando alguien me hace una pregunta complicada sobre un disco, se me iluminan los ojos. De nuevo, me siento parte de la raza humana. Porque allá afuera, el mundo está muerto, nadie escucha. Pero todavía a unos pocos les importa la música. Y esos pocos vienen a mí. Hacen bien: yo sé de discos. Tengo tres millones en mi poder: dos millones de singles y un millón de álbumes. La colección de discos más grande del mundo”.

Tomemos un respiro. Si, no es alucinación. Es la pura verdad. Ahora viajemos al génesis de esta maravillosa historia.


¿Cómo se hace con tan gigantesco arsenal discográfico un vendedor de una empresa de papel, en un mundo de gente con escasa tradición musical?


Con viajes y renuncias: “Compré mi primer disco a los 8 años, Jezebel, de Frankie Laine, pero todo despegó cuando cumplí los 30. Por esa época ya tenía 160.000 discos, y aprovechaba todos los viajes que hacía por los Estados Unidos como vendedor para comprar unos cuantos más. También iba a los bares. En los años 70 muchos tenían máquinas de música. Ponían vinilos y cuando pasaban de moda los abandonaban en un almacén. Yo los compraba todos. Nunca ahorré dinero, nunca me fui de copas. Lo que me sobraba de pagar la casa y mantener a la familia, lo gastaba en música”.


Al pasar al formato de CD los vinilos para las radios se volvieron obsoletos. En un día bueno, a bordo de una furgoneta se estacionaba en una emisora de radio y salía con 5.000 discos bajo el brazo. Insaciable. Demasiado para su esposa, que le exigió abrir una tienda de música o deshacerse de las cajas de discos que amontonaba por toda la casa. Evidentemente, Paul eligió lo primero. A principios de los ochenta, Record-Rama (su tienda) comenzó sus operaciones en Pittsburgh con un búnker subterráneo de 1.300 metros cuadrados. De todos los discos que caían, el coleccionista almacenaba la primera copia de todo trabajo discográfico en sus manos (su colección) y a la tienda para su venta al público, sólo iban a parar los discos repetidos.


En los años 80, era más barato mandar a la basura los discos que no se vendían que devolverlos a las discográficas. Una vez abrió una caja que un distribuidor iba a tirar: contenía dentro cien copias del primer disco de ZZ Top "ZZ Top’s First Album" (1971). Hoy cada ejemplar vale unos 150 euros.

Un vinilo inédito de los Rolling Stones o el primer disco plano, de 1881, son dos de las piezas más valoradas de esta colección, que a menudo ha despertado el interés de compradores sin materializarse finalmente la transacción.


Uno de ellos fue la Librería del Congreso de Estados Unidos, que informó a este melómano invidente de más 70 años de un preciado dato que desconocía él mismo: dos tercios de sus posesiones musicales no están disponibles ni en CD ni en en internet, por ningún precio.


En febrero de 2008, su tienda Record-Rama cerró sus puertas por los problemas de salud de Mawhinney. Sólo el sótano permanece activo: “Le dedico un rato todos los días. Actualizo la base de datos del ordenador. Me quedan 35.000 singles por catalogar”. Hace unos meses, el periódico británico The Financial Times le cedió una columna entre sus páginas para un llamamiento desesperado: Paul quiere vender su colección de discos, la más grande del mundo, porque ya no se ve capaz de cuidarla por el mismo y siente que su final se acerca.


No acepta compradores privados: “Quiero que los más de 14 millones de canciones que conforman la colección sean de acceso público. Para mí es importante que la conozcan las futuras generaciones. No es dinero, es historia”, dice de un tesoro tasado en 37 millones de euros, que él está dispuesto a traspasar por poco más de 2 millones.


Mawhinney sigue esperando a que algún comprador haga una oferta por este legado histórico.


Después de leer esta historia he mirado con languidez mi colección de Cd´s y he aprovechado en quitarles el polvo y ordenarlos. Y resuenan en mis oídos las palabras en profundo estado de éxtasis alcohólico que oí pronunciar alguna vez a un borrachín respetuoso: “No somos nada”… “No somos nada”.

viernes, 8 de abril de 2011

MUSICA DE FONDO - ZOÉ DESENCHUFADO

Los actuales Shows desenchufados de la MTV (Unplugged) ya no reflejan el espiritu de sus primeras emisiones. Han pasado de ser simples “jams” en un ambiente íntimo entre la banda y sus fans para ser shows enormes, llenos de músicos y colaboradores.



Los Unplugged latinos los podemos dividir en dos épocas: La época de gloria en los auspiciosos inicios de la cadena en latinoamérica en la década de los 90’s con shows de: “Los Tres”, “El Tri”, Fabulosos Cadillacs”, “Café Tacvba”, “Soda Stereo”, “Charly García”, “Luis Alberto Espinetta” y “Caifanes”; cada cual mas desenchufado que otro (Ni Soda ni Caifanes desenchufaron totalmente las Guitarras) pero con una consistente propuesta musical.


La segunda época está marcada por los shows de artistas pop con potencial éxito global para difundirlos a nivel mundial y buscar el ansiado Crossover. Más grandes, mejor producidos y mucho mas aburridos también: Aquí tenemos a Alejandro Sanz, Shakira y otros tan intrascendentes que no valen la pena recordar o a Julieta Venegas con un fallido experimento sonoro circense.


El primer Unplugged publicado en 2011 (grabado en octubre 2010) por supuesto que también responde a intereses comerciales por parte de su hambrienta disquera y la cadena MTV pero su publicación habla muy bien de la fuerza que están teniendo las bandas no alineadas con el mainstream, que han hecho que el trabajo de Zoé aparezca en este formato y de forma acertada.  
En esta época globalizada sería ilógico hacerle ascos a la difusión masiva en las ondas televisiva de la MTV o de las radios. Lo importante es mantener intacta la propuesta musical pero aprovechar los medios al máximo.


El disco debutó en primer lugar en ventas en México, está compuesto por 14 cortes, trae un tema nuevo “Labios Rotos”, se nutre de experimentos sonoros interesantes (Una jaula para aves, una máquina de escribir, etc) asi como de algunos colaboradores: el Babasónico: Adrian D’Argelos, Lo Blondo de Hello Seahorse (mucho ojo esta banda), el polifacético Chetes y Enrique Bunbury.

Bienvenido sea este nuevo Unplugged.

viernes, 25 de marzo de 2011

DE HIPPIES, ALTERNATIVOS Y RAPEROS

A primera hora de la mañana del 8 de abril de 1994, llegó un electricista para instalar un nuevo sistema de seguridad en un chalet con una bellísima vista al lago Washington, al norte de la ciudad estadounidense de Seattle. Al entrar al invernadero se encontró con el dueño de la casa, Kurt Cobain, muerto sobre un enorme charco de sangre.
Cobain había tomado una sobredosis mortal de heroína, pero para no dejar cabos sueltos, se había volado la parte izquierda de la cabeza con una escopeta Remington de calibre 20.

 Cuando se difundió la noticia de la muerte de Cobain, no extrañó a casi nadie. Al fin y al cabo, se trataba del hombre que había sacado la canción «I hate myself and I want to die» («Me odio a mí mismo y quiero morirme»).

Como cantante del grupo Nirvana, probablemente el más importante de la década de 1990, todo lo relacionado con él tenía una inmediata repercusión mediática. Todo en torno a él era noticia: Sus anteriores intentos de suicidio se habían hecho públicos, los desplantes y mensajes cargados de rabia hacia sus "fans" durante sus conciertos y sus opiniones en los diarios con mensajes alertaban ya su fragil salud mental anunciando, tal vez sus planes de acabar con su vida. Esta vez, la nota que había junto a su cuerpo no dejaba lugar a dudas: «Es mejor quemarse que irse apagando lentamente».

Sin embargo, su muerte produjo un pequeño revuelo comercial basado en la teoría de la conspiración. Porque ¿Quién mató a Kurt Cobain? Por un lado, la respuesta es obvia. A Kurt Cobain lo mató Kurt Cobain. Pero el cantante de Nirvana también fue víctima de una idea falsa: la teoría de la contracultura. Aunque se consideraba un músico punk, un rockero dedicado a hacer música «alternativa», había logrado vender millones de discos.

En gran parte fue él (y su banda) quien(es)  propició(aron) que la música antes denominada «rock duro» se re-bautizara como «Grunge» y que las camisas de franela junto a las botas Dr. Marteen conviertan a sus seguidores en estereotipos de lo que se llamaría tambien:  «Chico alternativo». Una etiqueta que redondeaba fines mucho más comerciales que solo la música.

 En lugar de sentirse orgulloso, esta popularidad siempre le pareció algo de lo que debia avergonzarse. Tenía mala conciencia por haberse «vendido a las multinacionales».
Cuando el disco estrella de Nirvana, Nevermind, superó en ventas a Michael Jackson, el grupo se puso de acuerdo para intentar disminuir su número de fans. El siguiente álbum, In Utero, contenía música deliberadamente oscura e inaccesible. Pero no sirvió de nada. El disco llegó al número uno en las listas estadounidenses, sus videos tenían directores de avanzada y tenían nuevamente alta rotacion en la MTV.

Cobain fue incapaz de conciliar su dedicación a la música alternativa con el éxito popular de Nirvana. Finalmente, el suicidio debió de parecerle la única manera de salir del impasse. Prefirió abandonarnos (sin haberse «vendido al sistema») antes que perder lo que le quedaba de integridad. Cualquier cosa con tal de defender que «la música punk es la libertad». Por desgracia, Cobain no se planteó la posibilidad de que todo su mundo fuese mentira, es decir, que no exista la música alternativa, ni el circuito convencional, ni la relación entre música y libertad, ni el concepto de «venderse a las multinacionales». Lo único que existe son las personas que hacen música y las personas que oyen música. Y cuando la música que se hace es buena, la gente quiere escucharla.

Por tanto, ¿de dónde procede el concepto de «lo alternativo»? ¿De que hay que ser poco popular para ser auténtico?

Cobain era un autodidacta que decía haberse educado en la escuela «Música Punk 101». Una gran parte de la filosofía punk consistía en rechazar lo que habían defendido los hippies. Frente a grupos como Lovin’ Spoonful había que oír a Grievous Bodily Harm. Mucho mejores que los Rolling Stones eran Violent Femmes, Circle Jerks y Dead On Arrival. Las crestas mejor que el pelo largo. Las botas militares mejor que las sandalias. La acción mejor que la No - Violencia. Lo punk era lo No Hippie.

¿Cuál era la explicación de esta actitud hacia los hippies? No se trataba de que fuesen demasiado radicales, sino demasiado tibios.

Ellos sí se habían vendido. Eran, como decía Cobain, unos «hippiócritas». Para entenderlo, bastaba con ver la película Reencuentro, de Lawrence Kasdan. Estaba claro. Los hippies se habían hecho yuppies. «Yo sólo me pondría una camiseta batik», decía Kurt Cobain, «si estuviera teñida con sangre de Jerry García».

Al principio de la década de 1980, la música rock era una imitación pálida y aletargada de sí misma. Se había convertido en un espectáculo para los grandes estadios. La revista Rolling Stone empezaba a ser un complaciente instrumento comercial dedicado a vender música mala. Dada su dejadez, podemos imaginar la vergüenza de Cobain, ya en la década de 1990, cuando le ofrecieron salir en portada. Aceptó hacerlo, pero llevando una camiseta en la que ponía «Corporate magazines still suck» «Las revistas de música convencional apestan». Estaba convencido de que si iba de incógnito y evitaba «venderse».
«Podemos disfrazarnos del enemigo para infiltrarnos en la mecánica del sistema y fomentar su podredumbre desde dentro, sabotear el imperio fingiendo jugar su juego, comprometernos sólo lo suficiente para denunciar sus mentiras. Y así los idiotas peludos, sudorosos, machistas y sexistas pronto se ahogarán en un pozo de semen y cuchillas de afeitar, indefensos ante la rebeldía de sus hijos, la cruzada armada y desprogramada que avanza manchando los suelos de Wall Street de escombros revolucionarios».

Aquí vemos claramente que Cobain y el movimiento punk rechazaban casi todas las consignas procedentes de la contracultura hippie, pero hubo una que se tragaron con anzuelo y todo. La idea que aguantó contra viento y marea fue la de la contracultura en sí. En otras palabras, pretendían hacer exactamente lo mismo que hicieron los hippies, con la diferencia de que no iban a venderse al sistema. Iban a hacerlo bien.

Hay leyendas que no mueren nunca. Uno ve repetir el mismo ciclo sin parar, como el loop de un disco de hip-hop. La contracultura tiene el matiz romántico de la filosofía del gueto y la banda callejera. Los raperos de éxito tienen que mantener su credo callejero, tienen que seguir siendo «auténticos». Van armados, procuran acabar en la cárcel, hasta se meten en algún tiroteo, con tal de demostrar que no son «delincuentes prefabricados». Así que además de los muchos punks y hippies muertos, ahora tenemos un panteón cada vez mayor de raperos muertos. Se habla de la «matanza» de 2pac Shakur, como si hubiese sido una amenaza para el sistema. Eminem jura y perjura que su detención por posesión y ocultación de un arma fue «una movida política» para impedirle salir a la calle y 50 Cents nos grita que «Debes vivir para ser rico o morir en el intento».

La historia se repite una y otra vez. Esto no sería tan importante si sólo afectase al mundo de la música. Por desgracia, la idea de la contracultura está tan incrustada en nuestro concepto del mundo que influye poderosamente en nuestra vida social y política. Además, se ha convertido en el modelo conceptual de toda la política izquierdista contemporánea. De hecho, ha sustituido casi por completo al socialismo como base del pensamiento político progresista. Pero si aceptamos que la contracultura es un mito, entonces muchísimas personas viven engañadas por el espejismo que produce, cosa que puede provocar consecuencias políticas impredecibles.










 








domingo, 27 de febrero de 2011

Buenas Noches Mr. Sting


Decir que me cae mal, sería una vil mentira, en stricto sensu respeto todo su trabajo en "The Police". Le tengo mucho cariño al “Sinchronicity”, me alucinó en la adolescencia, el que conseguí en cinta importada de cromo A&M Records, cortesía  de un delicadecilla adolescente que pidió dos al tío que le hacia realidad el sueño yanqui de poder tener, ambos, la misma cinta y escuchar “nuestra canción”: Wrapped Around Your Fingers
En lo que duraba esa canción aprendí a besar sin chocar los dientes ni babear. A esta edad puede sonar ridículo pero es algo que tengo muy grabado en mi mente y cada vez que escucho esa canción – que me la sé de memoria- recuerdo esas tardes de lluvia y besos en casa de ella.

Deuda numero uno con su persona:
Recuerdo también en el fragor de un encuentro amoroso, ya de madrugada, perdido en la inmensidad de una piel con olor a jabón de manzana; el “The Dream of Blue Turtles”, unos años después, en CD en modo repeat, y con una veinteañera fanatica de Sting de copiloto en la cama de su cuarto de huéspedes.






Deuda número dos con usted:
Lo que sí puedo decir es que – bien no es su culpa- es que haya influenciado a que se geste a los insufribles de Maná. Creo que sin "The Police" nunca hubieran salido a la luz con ese sonido “tan particular”, “tan Maná”.

Deuda infundada de Ud. contra mi persona:
Para terminar esta personal semblanza quiero compartir algunas líneas de su cosecha filosófica. Las dejo allí para entenderlo un poco más, ya que valgan verdades, su figura a muchos fascina y a otros les causa salpullido. Pero eso creo que no le quita el sueño. Que haya tenido un buen concierto en Lima-Perú, aunque sinceramente me hubiera gustado estar en un de sus conciertos de los 80’s y con su inigualable banda "The Police"...


En sus propias palabras:

·         “La gratitud es la principal emoción que uno debería de sentir en estado de gracia”

·         “No tienes que ser el mejor cantante del mundo. Sólo tienes que ser único, lograr que cuando abras la boca la gente sepa: “Ah es Van Morrison “,”Ah es Bob Dylan” o “Es Bono”.

·         “Tus padres te bautizan pero no tienes idea de quién eres. Tus amigos te ponen un apodo porque saben quién exactamente eres”.

·         “Yo antes iba a confesarme .Te piden que pidas perdón por tus pecados, pero cuando tienes apenas siete años. Pero a esa edad no se cometen pecados. Entonces te dan una lista de pecados para que puedas salir diciendo que ya te confesaste, para que puedas repetir alguno como si fuese tuyo. Y eso ya es mentir”.

·         “A veces la poesía mediocre se convierte en increíble material para canciones”

·         “El estrés es lo que acaba por matarte”

·         “Un amigo te dice cuando estas cagado, cuando te pasaste de listo o estás haciendo el ridículo”

·         “Como celebridad la gente siempre te dice lo que piense de ti sepan o no de tu vida, sean o no inteligentes. Es algo extraño: La gente está acostumbrada a vivir su vida sin que nadie le diga lo que opinan de ella”

·         “La verdad es cambiante y plural”

·         “Todos esos jóvenes que dicen que quieren ser famosos no saben lo que están hablando. Puedes ser famoso por enseñar el pito en un aparador de Macy’s”

·         “Soy bastante confesional en cuanto a mi proceso creativo soy muy franco y abierto acerca de mis intereses; pero no voy a revelar todo. Eso sería pornográfico".

sábado, 19 de febrero de 2011

Extravagancia S.A.

En marzo de 1973, Robert Plant, hospedado en un hotel de Nantes necesitaba un poco de leche para darle cuerpo al té que quería degustar. Llamó al servicio de habitación y parece ser que no le hicieron caso o que sus suministros lácteos escaseaban. El melenudo Plant no soportó tremenda ofensa. No sin antes maldecir y jurar que se la iban a pagar caro convocó a sus compinches y armó un batallón de demolición. El mismo que transformó el cuarto de hotel en unos cuantos minutos: quitaron las puertas, los closets, los muebles del baño, el tapiz de las paredes y la alfombra; es decir, dejaron a la habitación en escombros. Después, como quien descansa, el cantante y sus secuaces conectaron una manguera gigantesca  que les permitió sofocar, por todos los rincones del piso del hotel, un incendio imaginario. Con el saldo de una catarata gigantesca por el cubículo de los ascensores y el corredor en donde el agua llegaba hasta los tobillos. El punto final, el cierre de telón antes de irse a dormir, fue dedicarle una cantidad indeterminada de hachazos a las puertas que habían sacado, hasta que consiguieron reducirlas a un montón de fragmentos de madera, que no pasaban el práctico tamaño de un palito de dientes. Al día siguiente Peter Grant, el manager de la banda de Plant que por cierto era Led Zeppelin, pagó por los destrozos una suma formidable.

Años antes, en otra ubicación: el hotel Drake en Nueva York, se desarrolló una pataleta similar esta vez por una grabadora desaparecida. Todavía resaqueado por los humos de una salvaje fiesta de a uno, el baterista Keith Moon despertó con ganas de oír una cinta en su grabadora. Cabe comentar que la noche anterior, Moon había interrumpido educadamente el ruidoso ensayo de trompeta que ejecutaba el bajista John Entwistle en la habitación de al lado, arrancando la taza del baño y derribando con ella la puerta. El bajista, entendió que su ensayo podía resultar molesto, al considerar el estruendo y por las dos mitades  de porcelana que descansaban en su alfombra.
Keith Moon despertó y además de no encontrar su grabadora, descubrió que sus condiscípulos, los Who, lo habían encerrado para que no despedazara más puertas, ni arrancara más tazas de baño. Aun resaqueado y furioso por el encierro, se puso a escarbar con un cuchillo mantequillero en la pared que lo separaba del póker y el vacilón de sus amigos. Mientras escarbaba escuchaba que su grabadora funcionaba en algún lugar de la otra habitación.

Este detalle, fue el detonante para que su cuerpo de baterista ansioso trabajara con la intensidad que, horas más tarde, le permitió derribar una parte de la pared y aparecer todo cubierto de cemento en medio del póker de sus amigos. Sin saludar ni sacudirse el polvo, cogió una linterna y se encaminó hacia la música que emitía su grabadora. Llegó al interior del baño en donde uno de los ingenieros de sonido se acompañaba con su grabadora mientras vaciaba plácidamente su sobrelastre intestinal.
 ¿Quién &%$%$ te prestó mi grabadora?, preguntó Moon, y sin dejar tiempo para la respuesta, golpeó la linterna contra la boca muda del ingeniero. Regresó sobre sus pisadas, saludó a los jugadores de póker y antes de desaparecer por el forado en la pared, enseñando su grabadora, dijo: ``Ahora sí podremos tener algo de diversión''. El juego de póker siguió normalmente. Después de todo Keith Moon se había portado muy bien, ni la puerta ni el baño habían sufrido más daños.



En el episodio del hotel de Nantes, también tuvo lugar un gesto característico de Robert Plant: para exorcizar al diablo de la cólera que le causaba la ausencia de leche en su té, arrojó el televisor por la ventana. A la cuenta que incluía los gastos de muertos y heridos, se agregó el precio del Sony Trinitron que se había reventado contra el piso del estacionamiento. Peter Grant, sin discutir, entregó su tarjeta de crédito. El gerente del hotel aliviado porque los destrozos habían sido provocados por una banda más que solvente; comentó que uno de sus sueños era arrojar la televisión por la ventana, como lo había hecho Mr. Plant. Grant, conmovido por semejante confesión, agregó el precio de otra tele en el voucher e invitó al gerente a que hiciera realidad su sueño.

La cuenta de la estadía de Keith Moon en el hotel Drake no fue tan cara, considerando el festejo del cumplimiento sus veinte años de edad, que tendría lugar una semana después en el lobby de un Holiday Inn en Texas. Aquella celebración sediciosa costó 24 mil libras esterlinas. El mítico baterista bañó de alcohol y de todo lo no políticamente correcto  a sus invitados. Tocó maratónicos solos de tambores sobre muebles y adornos de Lladró, se rompió dos dientes en un resbalón festivo y cuando llegó la seguridad del hotel, huyó completamente desnudo al estacionamiento, robó un Lincoln Continental que manejo, con notable maestría, hasta el fondo de la piscina.